La casa mexicana de subastas Morton sacará a la venta este sábado un lote con fotografías inéditas del último adiós que el pueblo mexicano le dio a Frida Kahlo entre el 13 y el 14 de julio de 1954. El cuerpo de la artista fue velado durante un día entero en el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes, una distinción que reciben los grandes representantes de la cultura en México.
Cortinajes negros cubrían las paredes, columnas y la escalinata del vestíbulo. Enjoyada y rodeada de flores, Frida Kahlo fue despedida por amigos, familiares, autoridades y personalidades. Entre las que se encontraban su marido, Diego Rivera, el expresidente Lázaro Cárdenas, el muralista David Alfaro Siqueiros, Lola Álvarez Bravo, la cantante Concha Míchel, Adelina Zendejas, Andrés Iduarte, el arquitecto Juan O’Gorman, el poeta Andrés Henestrosa, Efraín Huerta y Arturo García Bustos, uno de sus alumnos más próximos, que colocó una bandera del Partido Comunista con la hoz y el martillo sobre el ataúd. El gesto le costó a Andrés Iduarte la destitución como director de Bellas Artes, el gobierno de Aldolfo Ruiz Cortines lo cesó del cargo por no “mantenerajena la política en el funeral”.
Llaman la atención las imágenes de Diego Rivera -quién moriría de cáncer tres años después- junto al féretro de la qu fue su gran amor, abatido, con la mirada gacha. Las siete imágenes que ahora salen a la luz son de autor desconocido y están valoradas entre 16 mil y 20 mil pesos (700 y 900 dólares). Miden 12,8 por 18,6 centímetros y en su parte posterior se pueden leer anotaciones como: “Kahlo Frida despedida”, “Srio de Lázaro, hijo de Lázaro, hijo de Mugica y demás fichas comunistas (sic)”.
Miembros del Partido Comunista rindieron homenaje a la artista, las crónicas de la época cuentan que eran tantas las personas que se colocaban por turnos en largas filas a ambos lados del ataúd, como puede verse en las fotografías.
Después de velar el cuerpo, el cortejo se dirigió al panteón de Dolores, junto al Bosque de Chapultepec, donde los restos de Frida fueron cremados y depositados en una vasija de barro con forma de sapo. En las imágenes que ahora ven la luz se ve caminar detrás del coche fúnebre, en un día lluvioso, a Diego Rivera, Lázaro Cárdenas, el ingeniero César Martino y Andrés Iduarte que sujeta por el brazo a Rivera. Actualmente las cenizas de Frida se encuentran en el museo de La Casa Azul, donde vivió la pintora gran parte de su vida y que recibe miles de visitantes cada año.
La única exposición dedicada a la pintora que se organizó en México mientras estaba viva fue en 1953 en la galería de Dolores Álvarez Bravo. Por su deteriorado estado de salud, Kahlo recibió a sus invitados durante la muestra postrada en una cama, tal y como cuenta Martha Zamora en su libro El pincel de la angustia. Una de las anécdotas más amargas de la vida de Frida es que nunca pudo ver su obra expuesta en Bellas Artes. La primera gran retrospectiva de la artista fue en 1977, más de 20 años después de su muerte.
La muerte de Frida Kahlo quedará rodeada de misterio ya que nunca se le practicó ninguna autopsia. Martha Zamora expone dos hipótesis que acompañarán para siempre el mito de la artista: la primera, muerte por embolia pulmonar en su cama debido a la mala salud que tenía; la otra, suicidio por sobredosis con Demerol -un medicamento para el dolor parecido a la morfina- que ayudaba a Frida a paliar sus dolores crónicos. “Adornada con sus anillos favoritos y una cadena de plata que se usa en Guatemala como lazo de boda, entró a su féretro que al cerrarse, atrapó toda la soledad a la que ella temía tanto y todos los colores de su arcoíris”, dice Zamora.
La autora cuenta en El pincel de la angustia que mientras se cremaba el cuerpo, los amigos, alumnos y asistentes al funeral cantaron el Himno nacional y La Internacional para despedirla. “Espero alegre la salida y espero no volver jamás”, fue lo último conocido que escribió Frida Kahlo en su diario personal.
(El País)