Baja Museo Británico busto de su fundador por su pasado esclavista

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Los frisos del Partenón, el monumento de las Nereidas, la piedra de Rosetta, el busto de Ramsés II y la serpiente azteca de dos cabezas han estado confinados durante 163 días, lo que ha durado el cierre del Museo Británico durante la pandemia. Un equipo de 30 limpiadores ha aprovechado el intervalo para pasar el plumero y quitarle el polvo de siglos a los tesoros, que relucen como nunca en la espléndida soledad de las salas, dispuestas a acoger de nuevo a los visitantes diarios a partir del 27 de agosto.

Más imperceptible ha sido la otra limpia efectuada discretamente en el insólito paréntesis del coronavirus. El busto del «padre fundador» del museo, Hans Sloane, ha bajado del pedestal en la lustrosa galería de la Ilustración y ha sido trasladado a una sala contigua, donde su histórica contribución a la cultura universal ha sido puesta en el contexto del «imperialismo europeo».

Pues resulta que Sloane, un médico nacido en Irlanda en 1660, tuvo un oscuro pasado como esclavista en las plantaciones de caña de azúcar en Jamaica. El movimiento Black Lives Matter, que culminó con el derribo de la estatua del traficante de esclavos Edward Colston en Bristol, ha llamado a las puertas del primer museo público del mundo, obligado a mirar hacia atrás y reconstruir su oscuro pasado.

«No hemos escondido a Sloane, pero le hemos puesto en su sitio», se explica el director del Museo Británico, Hatwig Fischer. «La historia es a veces dolorosa, pero no se puede ocultar y hay que ser consecuentes. Hay que conocer la verdad para poder cerrar las heridas».

Y parte de ese proceso es el «reconocimiento» de que la impresionante colección del museo -que arrancó con las piezas que el propio Hans Sloane cedió al gobierno por un valor estimado de 20 mil libras («para que todos los británicos y no británicos pudieran admirar de un modo gratuito»)- fue creciendo gracias «a la historia del imperio, del colonialismo y de la esclavitud».

Pese al paso adelante, hay quienes consideran que al museo más emblemático del Reino Unido (y el ultimo en reabrir durante la pandemia) le queda aún un largo camino para afrontar su turbulenta historia. «Mover el busto de Sloane de una sala del museo a otra no es suficiente», advierte Dan Hicks, autor del inminente libro «Los museos británicos».

Para Hicks, el siguiente e inevitable paso del Museo Británico será «la devolución de los artefactos robados que exhiben en sus salas», como las más 200 piezas metálicas de los Bronces del palacio real de Benín, que acabaron en manos del ejército imperial tras el saqueo de 1897 en lo que hoy es el sur de Nigeria.

Al examen detallado de cómo llegaron los 9.000 objetos exhibidos en las salas principales del museo (de un total de ocho millones piezas en su colección), debe unirse urgentemente otra reforma inaplazable: la diversidad de sus equipos de expertos. «No basta con reescribir simplemente lo que pueden leer los visitantes», advierte Hicks, que destaca que el museo sigue aplicando la discriminación racial y cuenta con una sola persona de color en su equipo de comisarios.

Operación limpieza

Todas estas verdades hasta ahora invisibles afloran de pronto en el momento de la esperadísima reapertura, precedida de la operación limpieza de los 30 operarios que durante tres semanas pasaron el trapo al polvo acumulado. Entre ellos, un recolector de cerezas subido a una larga escalera para llegar a las piezas más inexpugnables, del busto gigante de Ramsés II al Totem Kayung de la isla Graham o las estatuas de la isla de Pascua.

Un máximo de 2 mil personas, podrán visitar las galerías del museo a partir de hoy, previa reserva online y siguiendo escrupulosamente en el interior las normas de distancia social y la dirección de la flecha, sin posible marcha atrás. Pese a todas las limitaciones, el director del museo Hartwig Fischer asegura que el sistema «unidireccional» servirá para ver el museo con otros ojos: «Yo mismo he hecho la prueba varias veces y el resultado es fascinante y excitante. Sobre la marcha descubres muchas cosas nuevas y las que ya conocías, las ves de un modo diferente».

De momento, el británico abre las galerías principales de la planta baja y su luminoso atrio. En una segunda fase se abrirán las plantas superiores y el 24 de septiembre llega la primera y reveladora exposición: «Tantra: de la iluminación a la revolución».

(El Mundo)