09 de Enero de 2025
Bajo el brillante sol de Montenegro, la bahía de Kotor se llena de luz mientras Novak Djokovic, relajado, disfruta del momento. A sus 37 años, Djokovic se encuentra en un punto crucial de su carrera: ha alcanzado la cima, pero todavía tiene combustible para seguir compitiendo en los grandes escenarios. Mientras se aproxima a nuestra mesa, lleva una bolsa de lona con los icónicos colores púrpura y verde de Wimbledon, un reflejo de su conexión con el torneo. “Me encanta”, comenta con una sonrisa.
Djokovic, conocido por su atención al detalle, dedica un buen rato a hablar con un camarero sobre los ingredientes del menú. «Soy muy riguroso con la comida», admite. «Me gusta que todo sea fresco y bien preparado, especialmente durante los torneos». Sin embargo, fuera de competencia, no se priva de pequeños placeres como el helado y el vino.
Aunque ha vivido en Mónaco y posee propiedades en varias partes del mundo, Djokovic pasa cada vez más tiempo en Serbia y Montenegro, lugares llenos de recuerdos de su infancia. En este tranquilo entorno, parece encontrar comodidad y conexión con sus raíces. Mientras tanto, demuestra su lado compasivo al rescatar un pequeño pájaro herido junto a sus hijos, cuidándolo con agua azucarada y dándole reposo.
En el ámbito deportivo, Novak sigue en la lucha. Pese a una lesión en la rodilla y una temporada difícil, acaba de añadir una medalla de oro olímpica a su impresionante palmarés. Este logro, conseguido en los Juegos Olímpicos de París 2024, completa una carrera llena de hitos: 24 títulos de Grand Slam y múltiples trofeos en los torneos más importantes del tenis. Para Djokovic, el oro olímpico no es solo un trofeo más, sino un símbolo de orgullo nacional, una recompensa muy esperada tras años de presión representando a Serbia.
Al reflexionar sobre su carrera, admite que la idea del retiro comienza a asomarse en su mente, aunque no está listo para decir adiós. «Todavía siento que puedo competir al máximo nivel», dice con convicción. «Cuando llegue el momento, quiero terminar mi carrera de la manera correcta, pero por ahora, tengo mucho más por ofrecer».
El 2025 podría ser un año crucial para Djokovic. Aunque planea reducir el número de torneos, su enfoque seguirá siendo los Grand Slams y la Copa Davis, donde cree que aún puede marcar la diferencia. Su capacidad para adaptarse y seguir compitiendo a pesar de los cambios en el circuito es un testimonio de su longevidad y determinación.
El regreso a Australia, tras la polémica de su deportación en 2022, representa un capítulo importante en su historia. Aunque los eventos de aquel año dejaron cicatrices, Djokovic insiste en que nunca guardó rencor al pueblo australiano. “Siempre he sentido el apoyo de los aficionados”, asegura.
Hoy, Novak Djokovic no solo es una leyenda del tenis, sino también un ejemplo de resiliencia, tanto dentro como fuera de la cancha. Su legado va más allá de los trofeos; es la historia de un hombre que continúa desafiando las expectativas y explorando nuevos horizontes en el deporte que ama.