1 de Febrero de 2025
CIUDAD DE MÉXICO — Sin lágrimas, pero con el corazón lleno de gratitud, Joaquín Sabina inició su gira del adiós en un abarrotado Auditorio Nacional, donde la nostalgia y la música se fusionaron en una noche inolvidable. A casi cuatro décadas de su primera presentación en México, el cantautor español volvió a conectar con su público como si el tiempo no hubiera pasado.
“Heme aquí organizando el repertorio para la última gira de mi vida, temiendo que el olor a despedida tenga un musito sabor a velatorio”, declamó Sabina ante un público entregado. “Por eso le suplico al auditorio que me ayude a jugar esta partida, mueran los callejones sin salida, que el verso y la canción sean un jolgorio”.
Con estas palabras, dio inicio a su recital con “Lágrimas de mármol”, seguida de un setlist que incluyó joyas de su repertorio, como las emblemáticas “Y nos dieron las diez” y “Por el bulevar de los sueños rotos”, ambas con una fuerte influencia mexicana. No faltaron los homenajes a figuras entrañables como Chavela Vargas y José Alfredo Jiménez, así como una dedicatoria especial a sus amigos escritores mexicanos Ángeles Mastretta y Héctor Aguilar Camín con “Calle Melancolía”.
El público también fue parte de la magia. En los canales de Xochimilco, un grupo de admiradores decoró trajineras con versos de sus canciones en un emotivo tributo. “Era una cosa muy impresionante, y como no sé sus nombres, les dedico esta canción”, expresó antes de interpretar “Quién me ha robado el mes de abril”.

El Auditorio Nacional se rindió ante éxitos infaltables como “19 días y 500 noches”, “Una canción para la Magdalena”, “Princesa” y “Contigo”, cuya letra adaptó para rendir homenaje a las mujeres mexicanas: “Lo yo que quiero, chilanga de ojos tristes, es que mueras por mí”.
El arranque del concierto estuvo marcado por la proyección del video “Un último vals”, en el que aparece su inseparable amigo Joan Manuel Serrat, con quien compartió numerosas giras en México. Además, Sabina aprovechó la ocasión para reivindicar la copla española y cedió el escenario a su corista para interpretar “Y sin embargo te quiero”, antes de entonar su propia versión, “Y sin embargo”.
A sus 75 años, y tras superar problemas de salud, Sabina reconoce que su voz nunca fue su mayor fortaleza, pero su talento como compositor lo ha convertido en un referente indiscutible. Pese a haber anunciado su retiro, dejó abierta la posibilidad de presentaciones esporádicas, como ya ocurrió en su anterior gira, Contra todo pronóstico.
Galardonado con el Premio a la Excelencia Musical de la Academia Latina de la Grabación y el Goya a la mejor canción original por “Sintiéndolo mucho”, Sabina se despide de los escenarios con un legado imborrable. Su gira continuará por diversas ciudades de América y Europa, con paradas en Los Ángeles, Chicago, Miami, Nueva York, Bogotá, Lima, Santiago de Chile, Buenos Aires, Londres, París, Madrid, Sevilla y Barcelona, entre otras.
El público, fiel hasta el final, lo ovacionó con un grito unánime: “¡Olé, olé, olé, Joaquín, Joaquín!”.