21 de abril de 2025

Cholula, Puebla. — Hay noches que simplemente suceden… y hay otras que se convierten en leyenda. La velada del pasado sábado 19 de abril de 2025 fue una de esas que, desde el primer instante, se sintió distinta: mágica, envolvente, sofisticada. Fue una experiencia que superó cualquier expectativa, un encuentro reservado para los sentidos, una celebración donde la excelencia se sirvió a cada paso, en cada gesto, en cada nota musical y en cada trago de vino. Fue la noche en que Brasa de Antaño, el majestuoso restaurante ubicado en la incomparable Hacienda Santa Teresa de Cholula, celebró su aniversario con una gala inolvidable que quedará grabada en la memoria de todos los afortunados asistentes.

Aquella noche no se trató solamente de un festejo. Fue un despliegue absoluto de buen gusto, elegancia, cultura y perfección organizativa. Fue la afirmación de una identidad, la coronación de un lugar que ya no solo es un referente gastronómico, sino el estandarte del lujo y la experiencia premium en Puebla.

Una bienvenida celestial en el corazón de Cholula

Desde que se cruzaba el umbral de la hacienda, el ambiente se sentía distinto. Las luces suaves que acariciaban las paredes de cantera, el perfume tenue de flores frescas, las notas suaves que comenzaban a emerger del sistema de sonido y la impecable atención del personal, creaban una atmósfera casi etérea, una entrada que anunciaba lo que estaba por venir: una noche de esplendor, de alto nivel, de magia terrenal.

El aire mismo parecía vibrar de emoción. La energía que se respiraba era la de las grandes noches: íntima y electrizante a la vez, como si el tiempo decidiera hacer una pausa para permitirnos disfrutar, sin prisas, cada uno de los placeres que nos aguardaban.

Alta cocina: una sinfonía de sabores marinos

El banquete ofrecido esa noche fue una auténtica obra maestra. En honor a la temporada de Pascua, el menú giró en torno a los manjares del mar, y cada platillo presentado fue un homenaje a la creatividad, la técnica y el amor por los ingredientes nobles.

Cada creación culinaria fue un poema visual, aromático y gustativo. Desde la inspiración tropical hasta los delicados montajes con mariscos frescos, pasando por cortes de pescado que se deshacían con una caricia del tenedor, todo en el menú fue una provocación sensorial. Sabores profundos, texturas contrastantes, equilibrio perfecto entre tradición y vanguardia. El mar, en su versión más refinada y exquisita, se sirvió en cada plato con una estética digna de portada gastronómica.

Pero el festín no terminó ahí: la mixología de autor, desplegada con creatividad y precisión, ofrecía cócteles exclusivos que desbordaban identidad. Cada trago era un manifiesto de originalidad, con ingredientes como lavanda, jamaica cristalizada, cítricos ahumados y destilados premium que hacían vibrar el paladar. Y como no podía faltar, una cuidadísima selección de vinos finos, perfectamente maridados para realzar cada nota de sabor, fue la cereza del pastel.

Una constelación de marcas que elevaron el glamour

Como si todo esto no bastara para convertir la noche en una postal de lujo, al evento se sumaron tres marcas legendarias del universo automotriz internacional: Land Rover, Mercedes-Benz y Zeekr. Sus imponentes vehículos, instalados como esculturas de potencia y elegancia, adornaban el recinto con su sola presencia. Eran símbolos de éxito, de vanguardia, de distinción absoluta.

Este respaldo no solo reforzó el carácter exclusivo del evento, sino que posicionó a Brasa de Antaño en un pedestal aún más alto: el de los espacios que no solo ofrecen experiencias, sino que atraen el interés de marcas que entienden el valor del verdadero lujo.

El arte de conmover: una noche mexicana, vibrante y emotiva

Uno de los momentos más profundamente conmovedores y estéticamente impactantes de la noche fue, sin duda, el bloque artístico. Primero, una danza prehispánica enérgica y ceremoniosa transportó a los asistentes a tiempos ancestrales. Cada paso, cada tambor, cada penacho moviéndose al ritmo del fuego evocaba la fuerza de nuestras raíces, provocando escalofríos y aplausos sentidos.

Luego, el recinto se transformó en una fiesta multicolor con el baile folklórico, que hizo vibrar al público con su fuerza, su dinamismo y su profundo amor por las tradiciones mexicanas. Y cuando creíamos que el corazón no podía latir más fuerte, irrumpió el mariachi, con sus trajes relucientes, sus armonías épicas y su capacidad única para tocar el alma con cada canción.

Pero lo que realmente selló el asombro fue el show ecuestre: un majestuoso caballo, acompañado por un jinete con porte impecable, entró en escena y comenzó a bailar con una sincronía hipnótica frente al mariachi. La conexión entre música, jinete y animal fue tan perfecta que parecía un acto coreográfico divino. Fue uno de esos momentos en los que el arte se funde con la emoción pura y el silencio de admiración se impone naturalmente.

Bebo Prez: el alma vibrante de la celebración

Y cuando el arte tradicional dio paso a la modernidad, el responsable de mantener la energía en su punto más alto fue el talentoso y carismático DJ Bebo Prez. Con un repertorio preciso, potente y perfectamente dosificado, logró convertir la velada en una verdadera fiesta de gala.

El público, con las emociones a flor de piel y las copas en alto, no pudo resistirse a la pista. Bailaron, cantaron, brindaron, se abrazaron. Era como si la alegría hubiera encontrado su punto de reunión en Cholula esa noche.

After party en La Gran Señora: la culminación de una noche perfecta

Como si todo esto no fuera suficiente, la fiesta continuó en La Gran Señora, un espacio que nos recibió con los brazos abiertos para cerrar con broche de oro. Allí, la atmósfera fue íntima, desenfadada, llena de cariño, de música cantada a pulmón, de carcajadas espontáneas y de esa energía que solo se siente cuando uno ha vivido una noche verdaderamente inolvidable.

Brasa de Antaño: mucho más que un restaurante

Lo que ocurrió el 19 de abril no fue solo una cena, ni solo una fiesta. Fue una declaración contundente. Una muestra palpable de que Brasa de Antaño no es solo el mejor restaurante de Puebla: es una experiencia de vida. Es un santuario donde la excelencia se celebra, donde la tradición se respeta con orgullo y se transforma en arte, donde el servicio roza lo celestial y donde cada visita se convierte en un recuerdo imborrable.

Desde LA PRIMICIA tuvimos el privilegio de estar ahí. De vivirlo, de saborearlo, de aplaudirlo y de contarlo. Y hoy podemos decirlo con total convicción: en Brasa de Antaño, la vida sabe mejor.

G A L E R I A :