Por: La Primicia
El pasado viernes 14 de febrero, Casa Arda se transformó en un refugio para los sentidos, un santuario donde la creatividad, la pasión y la solidaridad se entrelazaron en una velada mágica. En un ambiente impregnado de color, arte y calidez, los asistentes fueron testigos de una celebración que trascendió lo visual para convertirse en una experiencia emocional inolvidable.



Desde el primer instante, cada rincón de Casa Arda vibró con inspiración. Las sesiones de pintura en pareja fueron una danza de pinceladas y sentimientos, donde los lienzos se convirtieron en espejos de complicidad. Para quienes prefirieron explorar la cerámica, el arte cobró forma en piezas decoradas con esmero, reflejando la esencia única de cada creador. En otras mesas, manos moldeaban la arcilla con ternura, mientras que algunas parejas inmortalizaban su amor en retratos acrílicos. Hubo quienes optaron por un gesto poético, pegando pétalos de rosa sobre papel y enmarcando frases que destilaban romance y profundidad.



Uno de los momentos más conmovedores de la noche fue la subasta solidaria, en la que Casa Arda ofreció experiencias únicas y bebidas especiales. Con un espíritu generoso, duplicó la cantidad recaudada y destinó los fondos a una organización dedicada al rescate y cuidado de perros y gatos en situación de calle. Entre los artículos subastados, destacaron un exquisito servicio de postre con un pequeño asador para derretir bombones, pases para una jornada artística en Casa Arda y dos boletos para un concierto cortesía de La Primicia.



La interacción también se extendió al mundo digital con un emocionante concurso en redes sociales. Los participantes subieron historias a Instagram etiquetando a Casa Arda, y la publicación con más reacciones desde la cuenta oficial fue premiada con entradas exclusivas. El segundo y tercer lugar recibieron bebidas de cortesía, haciendo de la dinámica un puente entre el arte y la comunidad virtual.




La noche en Casa Arda fue un latido compartido, un recordatorio de que el arte es un lenguaje universal que une almas y embellece el mundo. Entre pinceladas y esculturas, risas y melodías, solidaridad y pasión, este evento dejó una huella imborrable en el corazón de quienes lo vivieron. ¡Que vengan más noches como esta, donde la creatividad florezca y la generosidad ilumine el camino!

Fotos por: Enrique Atané & Jireh Hernández
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