GoSkin, una mascarilla para el cuidado de la piel que nace en los laboratorios de la BUAP

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En la Facultad de Ingeniería Química crearon esta biopelícula que hidrata y rejuvenece la piel.

El reto de iniciar una empresa en un mercado tan competitivo, como la industria de la belleza, requiere no solo de una estrategia visionaria y de conocimiento del mercado, también implica ofrecer un producto de calidad con innovación tecnológica. Así nace GoSkin, una mascarilla especializada en el cuidado de la piel que se gestó en los laboratorios de la BUAP.

         Esta mascarilla o película que se aplica directamente sobre la piel y permanece adherida a ella hasta que se absorbe por completo, puede ser utilizada por hombres y mujeres de forma constante, brindando una hidratación profunda, además de rejuvenecer la piel, gracias al concentrado de nutrientes y antioxidantes que aporta de manera eficaz y gradual en la dermis.

         El proyecto nació hace dos años en el Laboratorio de Alimentos de la Facultad de Ingeniería Química de la BUAP, donde la doctora Verónica Santacruz Vázquez desarrolla diversas biopelículas a través de la técnica del electrohilado, empleadas para retrasar el proceso de descomposición y oxidación de alimentos.

         En coordinación con la doctora Claudia Santacruz Vázquez y sus estudiantes de posgrado, los maestros en Ingeniería Química, Michelle Olguín y Jaime Andrés González Silva, tuvieron la idea de crear un nuevo producto con estas películas, pero enfocado en el área farmacéutica, lo que derivó en la solicitud de patente MX/a/2017/009191.

          “Con resultados visibles y de largo plazo, esta mascarilla está elaborada con colágeno hidrolizado, micronutrientes y antioxidantes que son liberados de forma gradual y con la concentración necesaria para una penetración profunda en la piel, logrando una mejor apariencia cutánea”, explicó la doctora Verónica Santacruz.

         La investigadora detalló que la técnica del electrohilado o electrospining permite producir fibras de diámetros micro y nanométricos, a través de un equipo que cuenta con una bomba conectada a una aguja capilar, una fuente de alto voltaje y un cilindro colector. Este equipo, diseñado en gran medida por la doctora Santacruz Vázquez y sus estudiantes, permitió fabricar una primera mascarilla en este laboratorio a nivel de prototipo, con pruebas de sensibilización en piel humana, basadas en la NOM 039 SSA1 1993.

          “Los resultados practicados a 50 individuos mostraron una compatibilidad adecuada con el tejido cutáneo después de 24, 48 y 72 horas y no hubo presencia de irritación en la piel. Se calculó el índice de irritación primaria y los resultados fueron cero porque ningún voluntario registró una reacción de esta índole”, aseguró Santacruz Vázquez.

Del laboratorio a la industria

En términos económicos, la industria de la belleza representa una ventana de oportunidad para desarrollar nuevos productos, a partir del conocimiento y método científico, tomando en cuenta la tecnología e innovación.

         En México, la industria de la belleza y el cuidado personal registró en 2018 un crecimiento anual del 11 por ciento y la predicción es que se mantenga este año. De acuerdo con el estudio realizado por Euromonitor Internacional, el valor del mercado de cosméticos a nivel nacional superaría los 154 mil millones de pesos.

         Para esta industria, las universidades tienen mucho que aportar y la BUAP no es la excepción, de ahí la iniciativa de desarrollar un producto cosmético pensado para su comercialización. En la búsqueda de este objetivo, las investigadoras y sus estudiantes se apoyaron en el Centro de Innovación y Competitividad Empresarial (CICE) de la BUAP, donde les brindaron acompañamiento comercial, legal y administrativo, incluyendo un estudio completo de mercado que les permitió identificar a los segmentos de la población interesados en su producto.

          “Detectamos que la mascarilla era apta para mujeres y para hombres con distintas estrategias de comercialización y centros de distribución, lo que facilitó que los alumnos ampliaran sus expectativas y trabajaran por la creación de una empresa y no solo pensaran en emplearse en el sector industrial”, acotó la investigadora.

Atentos a las necesidades del usuario

Un aspecto fundamental para encarar la competencia en el mercado es ofrecer un producto con cualidades que destaquen o difieran de otros tratamientos para la piel.

         Goskin fue comparada con otros productos comerciales y se determinaron distintas ventajas, por ejemplo el usuario no necesita de hidratación previa. “La mayoría de las mascarillas comerciales que pertenecen a la misma categoría requieren de la hidratación, pero en el caso de nuestro producto al estar cerrada con un material aluminizado permite que se mantenga la integridad de la fibra y no se deshidrate, haciéndola viable de aplicar en cualquier época del año”, añadió la investigadora.

         Otra de las ventajas de Goskin es que está elaborada a partir de nanofibras que permiten una mejor liberación del producto y sus potenciales de acuerdo con el gradiente de humedad que presente la piel del usuario; es decir, la dermis va pidiendo la dosis del producto según las condiciones en las que se encuentre.

         También ofrece la modificación en la composición de las películas (mascarillas) tomando en cuenta la edad y características de cada grupo poblacional, por eso se puede personalizar para que tengan una mayor concentración de antioxidantes, hidratación, o bien un aporte diferentes de nutrientes.

         La investigadora refirió que a la segunda aplicación se pueden observar los resultados porque la piel refleja más brillo, debido a la hidratación que proporciona la propia mascarilla, no presenta efectos tóxicos y se puede aplicar las veces que se desee.

         La técnica del electrohilado permite el desarrollo no solo de la mascarilla, sino de otras películas que pueden tener otros compuestos como agentes antimicrobianos, en este caso las películas pueden ser utilizadas para envases inteligentes y activos. También puede ser adicionada con quitosano, benéfico para productos cicatrizantes; es decir, permite la incorporación de diferentes activos en niveles y concentraciones que se consideren necesarios.

         De esta forma, el trabajo de la BUAP muestra que la belleza física y la experiencia estética no están separadas de la ciencia, y que a pesar de las diferentes interpretaciones del ideal de perfección, lo cierto es que la forma en cómo nos proyectamos determina las relaciones sociales y culturales que establecemos, porque la aspiración a la perfección física, desde épocas remotas, ha sido siempre un anhelo universal.