Aunque el colonialismo formalmente desapareció, la colonialidad la llevamos a cuesta: está presente cuando juzgamos como mejor lo que venga de Europa o Estados Unidos, apunta el investigador de la FFyL
Decolonialidad, según José Ramón Fabelo Corzo, es una referencia crítica para superar el complejo de inferioridad que atañe, sobre todo, a los países latinoamericanos. Tal concepto es una nueva mirada hacia uno mismo, nuestros saberes y el mundo, reencauzando la relación con el “otro” bajo nuevos enfoques: una verdadera revolución cultural para un futuro mejor. Esto adquiere sentido, afirma el investigador, porque “aunque formalmente el colonialismo ha desaparecido, la colonialidad la llevamos a cuesta: está presente cuando juzgamos como mejor todo lo que venga de Europa o los Estados Unidos”.
Para el académico de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), fundador y coordinador de la Maestría en Estética y Arte, solo puede alcanzarse una decolonialidad plena siempre y cuando haya una independencia económica y política de los países, lo cual, lejos de un aislamiento o fundamentalismo, propicia un diálogo entre naciones iguales y soberanas.
“Ser consciente que nadie es inferior o superior a otro y que el saber colectivo es el conjunto de conocimientos de todos, por lo que todos poseen un valor de dignidad que debe ser respetado, nunca menospreciado. El mundo es un universo de miradas”, expresa.
A propósito de este tema, en la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP, su centro de trabajo, conversamos con él.
-La colonialidad es una derivación cultural del colonialismo histórico que vivieron y en parte aún viven los pueblos latinoamericanos y otros pueblos. Es una suerte de mirada discriminatoria que hace que un ser humano (viejo o nuevo colonizador) se vea como superior a otro (colonizado o excolonizado), que la cultura del primero se asuma como mejor que la del segundo. ¿Sigue siendo esto una realidad para los pueblos conquistados o colonizados del planeta?
─La relación asimétrica y de desigualdad que entraña el colonialismo se traslada automáticamente a los imaginarios, a la subjetividad, a la manera en que se ve el mundo; se hereda y sigue prevaleciendo aun cuando formalmente el colonialismo haya desaparecido. La colonialidad la llevamos a cuesta día a día, está presente cuando juzgamos como mejor todo lo que venga de Europa o los Estados Unidos, por el simple hecho de venir de allí, cuando solo reconocemos como válidos o superiores sus conocimientos, cuando los asumimos como modelo en todo, aun cuando ellos mismos no hayan podido diseñarse un estilo de vida que sea universalizable y compatible con el sostenimiento a largo plazo de la vida misma. Esa es la colonialidad que cargamos. Lo peor es que, en la mayoría de las ocasiones, no nos percatamos de que lo hacemos.
-¿Cómo encaja el concepto de decolonialidad en todo esto?
─La decolonialidad busca ser una nueva mirada crítica sobre esa situación, hacer conciencia de ella, estimular su superación, crear alternativas para dejar atrás ese complejo de inferioridad que la colonialidad entraña. Presupone una nueva mirada de nosotros mismos, de nuestros saberes, del mundo. La decolonialidad exige un ajuste de cuentas con nuestra propia conciencia, desaprender muchas cosas y aprenderlas de un nuevo modo; cambiar en muchos sentidos nuestra actitud hacia otros seres humanos, el trabajo, la academia, la política, el arte y los productos culturales. La decolonialidad apunta a una verdadera revolución cultural que, aunque se avizora aún muy lejos, aparece ya en el horizonte como posibilidad y necesidad de un futuro mejor para la humanidad.
De acuerdo con Fabelo Corzo, el concepto de decolonialidad puede comprenderse en cuatro dimensiones: el ser, el saber, el valer y el hacer. Ello significa aportar lo necesario para desterrar la imagen de una humanidad disminuida para aquellos que no son europeos o norteamericanos. Implica revalorar y rescatar su sabiduría, sus valores, sus maneras de hacer las cosas. Otorgarles un lugar digno en el concierto universal de lo humano. Asumir las diferencias de muchos como riqueza de todos y no como signos que distinguen la calidad humana de sus portadores.
Este es el objeto de estudio del también director de la Colección La Fuente, docente de los cursos de pregrado y posgrado de la FFyL, quien inició en 1981 el estudio de los valores (axiología) en La Universidad Estatal de Moscú, donde obtuvo el título de doctor en Filosofía con la tesis El reflejo valorativo de la realidad y su papel en la actividad cognoscitiva y práctica, la cual en 1989 se editó como libro: Práctica, conocimiento y valoración. En 2001, Fabelo Corzo publicó Los valores y desafíos actuales, el cual ha tenido varias reediciones.
Desde hace 10 años se ha dedicado al estudio de la decolonialidad, concepto que deriva de colonialidad, el cual fue introducido por el peruano Aníbal Quijano en 1992; más tarde, en los marcos del proyecto colectivo internacional Modernidad/Colonialidad y como aportación específica de Walter Mignolo, se creó el de decolonialidad.
A partir de este bagaje teórico, el investigador de origen cubano ha estudiado el pensamiento latinoamericano desde una mirada crítica, en la cual la defensa del ser humano y su cultura se anteponen para preservar cosmovisiones diferentes, hoy en peligro de desaparecer por la manipulación que de ellas hacen las culturas hegemónicas. Su labor busca crear la conciencia teórica y las actitudes prácticas que favorezcan el reclamo justo del lugar que les pertenece a todas las culturas en el sistema universal de valores.