El aumento de leptina disminuye la espermatogénesis, refiere académica de la UATx en la XIV Semana del Cerebro de la BUAP
El cerebro y los testículos comparten receptores, como leptina e insulina, ambos ejercen ciertas funciones. La primera proteína, generada por el tejido adiposo e involucrada en el control del peso corporal, está relacionada con la regulación de la reproducción de las gónadas masculinas, ya que al alterarse sus niveles de señalización produce infertilidad, indicó Leticia Nicolás Toledo, del Centro Tlaxcala de Biología de la Conducta, de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx).
En su participación en la XIV Semana del Cerebro, organizada por el Instituto de Fisiología de la BUAP, la académica explicó que cuando la leptina está aumentada por el tejido adiposo, disminuyen los niveles de testosterona y la espermatogénesis (mecanismo encargado de la producción de espermatozoides). Es decir, la asociación sobrepeso, obesidad y diabetes produce una mala cantidad espermática.
Ante jóvenes reunidos en la Unidad de Seminarios, en Ciudad Universitaria, Nicolás Toledo abundó que en un estudio realizado con modelos animales con dietas altas en grasa y carbohidratos, se observó que presentan una cantidad baja de espermatozoides. “En el testículo disminuyen los niveles de testosterona, acetato y se inhibe la proteína B. Asimismo, aumenta la cantidad de glucosa y lactato. El aumento de este último compuesto tiene una estrecha relación con la señalización de cáncer en el útero; no obstante, falta verificar esa misma similitud en los testículos”.
La investigadora del Centro Tlaxcala de Biología de la Conducta abundó que también existen cambios en la morfología de los espermatozoides, disminuye su concentración y hay una fragmentación de su DNA, información que podría trasladarse a los seres humanos.
Estas alteraciones podrían considerarse que solo ocurren en una etapa adulta, pero en edades tempranas, a partir de los 15 años, igualmente existen a nivel espermático. Para comprobar este supuesto, en su laboratorio la doctora Leticia Nicolás estudió dichas alteraciones en modelos animales de 21 días, a los cuales se les proporcionó un exceso de agua azucarada.
“Se encontró que el testículo se hace grande con el consumo de agua azucarada. Con esta ingesta la leptina se incrementa, pero no el tejido adiposo porque los modelos animales se encuentran en una fase de crecimiento y desarrollo”.
Por otra parte, la cantidad de espermatozoides disminuye, al igual que su movilidad, por lo que son lentos o inmóviles. “No presentan cirrosis hepática o daño a nivel renal, pero sí tienen alterada la morfología del testículo y la calidad espermática”, concluyó.