Investigación de la FCFM-BUAP estudia el deterioro cognitivo que causa la obesidad infantil

525

En México existen serios problemas de obesidad. De acuerdo con Unicef México, uno de cada 20 menores de 5 años y uno de cada tres entre 6 y 19 años padece sobrepeso u obesidad. Esto ubica al país entre los primeros lugares a nivel mundial. Por lo tanto, una intervención o diagnóstico temprano favorece un mejor estado de salud a futuro.

Además de ser precursor de diabetes, osteoporosis y algunos tipos de cáncer, la obesidad también provoca inflamación del sistema nervioso central, lo cual se asocia a un deterioro cognitivo. Sin embargo, se desconocen los mecanismos específicos por los cuales se produce este efecto.

Para encontrar ese eslabón perdido o mecanismo de actuación, el doctor Benito de Celis Alonso, investigador de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la BUAP, se enfoca en el estudio de las citoquinas: proteínas producidas en distintas partes del cuerpo con múltiples funciones, entre estas la modulación de la inflamación. De ahí la hipótesis de que estas proteínas sean las responsables del deterioro cognitivo.

En esta investigación, a una población de 180 niños, divididos en dos grupos -con obesidad y sanos (normopeso), de acuerdo con su Índice de Masa Corporal-, se les realizó pruebas de citoquinas, medidas antropométricas, desempeño cognitivo y depresión. Así como imágenes de resonancia de la función cerebral (IDT, secuencias en reposo e imágenes anatómicas) y de composición corporal (hígado, infiltración de grasa en hígado, contenidos grasos viscerales y abdominales), con el fin de conocer sus riesgos metabólicos y cognitivos asociados a los depósitos de grasa.

“Vamos a intentar correlacionar los valores de estas 30 citoquinas con los cambios en imágenes de funcionamiento cerebral que tenemos (resonancia magnética), la condición del hígado y acumulación de grasa. Todo esto a su vez lo correlacionaremos con valores de desempeño intelectual y depresión. La idea es ver qué citoquinas van asociadas a ese deterioro cognitivo. También se busca ver si el estado del hígado o la distinta disposición de grasa abdominal tienen este efecto en pruebas cognitivas”.

El académico, nivel II del Sistema Nacional de Investigadores y autor de más de 35 publicaciones en revistas indizadas, destaca que si se encontrara alguna citoquina concreta u órgano que afecta la cognición, “no sólo habríamos encontrado el mecanismo, sino que podríamos establecer técnicas o metodologías para contrarrestar el efecto centrándonos en el elemento específico. Eso ayudaría a combatir la obesidad infantil en México desde otra perspectiva”.

Un hilo por desenmarañar

En el mundo hay infinidad de trabajos de imagen en obesidad, como los realizados por la International Society of Magnetic Resonance in Medicine (ISMRM), que tiene capítulos dedicados plenamente a temas de obesidad y metabolismo. No obstante, la particularidad de este estudio, liderado por el doctor Benito de Celis Alonso, es la incorporación de las citoquinas a la ecuación, así como el análisis avanzado de infiltración de grasa en el hígado y el estudio de la distinta disposición de grasa abdominal.

“Nunca nadie lo ha hecho en una población infantil y menos de México”, enfatiza el doctor en Física Médica por la Universidad de Nottingham, en Reino Unido, y coordinador del grupo de Física Médica de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas.

Este es un proyecto de la Newton Fund y del Biotechnolgy and Biological Sciences Research Council (BBSRC), de Reino Unido, en asociación con el Conacyt. En el país participan la BUAP y el Hospital Infantil de México Federico Gómez, e investigadores que también forman parte de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa. En Londres colaboran profesores del King’s College Londo y de la Universidad de Westminster. Igualmente, están asociadas las empresas AMRA Medical (en Suecia) y Perspectum Diagnostics (UK), que realizan análisis avanzados de imagen médica.

Después de realizar los experimentos correspondientes, de esta investigación que inició en 2016, ahora se analizan los datos. Como resultados preliminares, “hemos encontrado que las redes neuronales de los niños obesos difieren significativamente de aquellos infantes sanos. Además, hay fuertes correlaciones entre la conectividad neuronal (conexiones de las neuronas) en función de algunas citoquinas y un par de parámetros antropométricos, así como sanguíneos”.

Dado que el proyecto es interdisciplinario, estos datos se complementarán con la información obtenida por los demás investigadores, a fin de establecer la relación entre todos los parámetros para identificar posibles padecimientos y tomar medidas sanitarias al respecto.