Mediante procesos de fotocatálisis y fitorremediación buscan desintegrar colorantes y plaguicidas
Académicos de la Facultad de Ingeniería Química (FIQ) desarrollan un proyecto de investigación orientado a la eliminación de compuestos orgánicos, como plaguicidas y colorantes, que contaminan el agua y el suelo debido a sus altas concentraciones.
En el caso del agua desarrollan un proceso integral que consiste en dos sistemas. El primero, basado en la fotocatálisis, para la eliminación de los compuestos mediante el uso de energía solar, la cual es renovable y permite gastar menos energía de otro tipo. Posteriormente, los compuestos residuales de colorantes son llevados a un proceso microbiológico que integra cepas aisladas de sitios contaminados, las cuales ayudan a aumentar la biodegradación de los compuestos residuales, explicó José Carlos Mendoza Hernández, investigador de la FIQ.
El académico señaló que los primeros resultados han demostrado que con estos dos sistemas se ha logrado degradar hasta en 96 por ciento colorantes como el Azul Terasil y el Azul Erionyl, de tres a cinco días.
Para llevarlo a cabo, el agua se coloca con el catalizador dentro de tubos para que sean expuestos a la luz solar y transformar los compuestos; después, se ponen en un reactor biológico, el cual, junto con las cepas, comienza a biodegradarlos hasta eliminarlos.
Una vez hecho esto, los residuos del agua son evaluados para comprobar que no exista alguna toxicidad y puedan ser utilizados para riego, sin problema alguno.
Estos dos procesos también fueron implementados en agua residual textil, con lo que se logró clarificarla, es decir, disminuir considerablemente los niveles de contaminación.
En la contaminación de suelos por plaguicidas, el equipo trabaja con sistemas de fitorremediación y biorremediación, en los que se utilizan plantas y bacterias promotoras de crecimiento vegetal, con los cuales se ha logrado disminuir hasta en 95 por ciento la presencia de plaguicidas, como clorpirifós, cipermetrina, permetrina y glifosato, de dos semanas a un mes.
“Estos procesos tienen dos funciones: ayudan al crecimiento de las plantas y transforman los compuestos orgánicos (pesticidas) en compuestos accesibles y benéficos para las plantas, al disminuir los niveles de estrés en sitios contaminados para que puedan mantenerse con vida. Hemos trabajado con higuerillas y girasol con buenos resultados”.
Incluso han probado estos procesos en compuestos que no son orgánicos, sino metales como los residuos de mina, y el resultado es que se logra adquirirlos o fitoestabilizarlos, para que no haya un proceso de lixiviación y sean expulsados al medioambiente para contaminar agua y otras zonas.
El doctor Mendoza Hernández comentó que estos resultados corresponden a pruebas preliminares en agua y suelo; el siguiente paso es hacer pruebas a una mayor escala, por ejemplo, hacer un reactor más grande para la fotocatálisis y aplicar el proceso de fitorremediación directamente en campo.
“Estos son ejemplos de sistemas de tratamiento que son amigables con el medioambiente y no generan otros compuestos tóxicos, como en procesos físico-químicos”, señaló el académico.
En esta investigación participan Gabriela Pérez Osorio, Janete Arriola Morales, Maribel Castillo Morales y Octavio Olivares Xometl, investigadores de la FIQ e integrantes del Cuerpo Académico de Control de la Contaminación Ambiental.