La educación y la ciencia tienen un efecto transformador: Jesús Sandoval

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En más de tres décadas de trayectoria ha publicado 79 artículos indizados y registrado nueve solicitudes de patentes

El doctor Jesús Sandoval Ramírez es nivel III del Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt y académico de la Facultad de Ciencias Químicas de la BUAP. Su tesis de doctorado, en la Universidad de Paris XI, fue dirigida por Sir Derek H. R. Barton, Premio Nobel de Química 1969.

          Actualmente desarrolla dos proyectos de importancia social: crear promotores de crecimiento vegetal y obtener compuestos con actividad anticancerígena. El resultado de este trabajo se plasma en la solicitud de registro de nueve patentes, así como en la publicación de 79 artículos indizados y una veintena de artículos en memorias.

          Es un fiel creyente de que la educación y la investigación científica inciden en el desarrollo de un país: “Una mejor educación va implícitamente relacionada con la investigación y esta con el aporte científico para nuevas tecnologías y desarrollos industriales”.

¿Por qué me interesé en la ciencia? Se pregunta el doctor Jesús Sandoval Ramírez, profesor investigador de la Facultad de Ciencias Químicas de la BUAP. Toma unos segundos para reflexionar y responde, contundente: “Porque es creadora de conocimiento y la humanidad ha avanzado por esa creación y su aplicación”.

          En más de tres décadas, el nivel III del Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt ha centrado su labor científica en la síntesis y modificación de productos naturales biológicamente activos y en el análisis de los diferentes factores que impactan en una reacción, como reactivos, temperatura, tiempo y presión.

           Jesús Sandoval es un hombre de ciencia convencido que la educación tiene un efecto transformador. Por ello, emprendió la tarea de crear nuevas sustancias que atiendan problemas sociales. “De esta manera, se favorece el bienestar de la sociedad y eso es lo que me interesa”, afirma.

          En su laboratorio, donde pasa la mayor parte del día rodeado de libros y alumnos, trabaja en la extracción del barbasco para obtener diosgenina y la transformación de esta para producir pseudodiosgenina, que originalmente se empleó para generar hormonas sexuales femeninas y masculinas. La diosgenina es la materia prima de sus dos principales proyectos de investigación: crear promotores de crecimiento vegetal y obtener compuestos con actividad anticancerígena.

           El primero consiste en una nueva familia de compuestos colestánicos, similar en su acción a la de los brasinoesteroides -hormonas vegetales de tipo esteroidal-, capaz de estimular el crecimiento vegetal, sin modificar la constitución genética de la planta. Estos compuestos sintetizados incrementan el rendimiento de las cosechas: 30 por ciento en granos de maíz y hasta 300 por ciento en plantas de forraje como la alfalfa.

           En la búsqueda de nuevos tratamientos contra el cáncer, con su equipo de trabajo se dio a la tarea de transformar diosgenina en análogos del OSW-1, compuesto natural altamente citotóxico. Al lograr un esteroide 22-oxocolestánico e introducir otros grupos funcionales, se obtuvieron nuevos análogos del OSW-1 con excelentes rendimientos, por lo que se emprendió su aplicación como agentes anticancerígenos, con menos efectos colaterales.

           Los resultados de ambos proyectos han concluido en la solicitud de nueve patentes, la publicación de 79 artículos indizados y una veintena de artículos en memorias. Además de incidir en la formación de 70 estudiantes de licenciatura, 19 de maestría y nueve de doctorado.

“Todo es una cadena que debe engranar”

Para el doctor Jesús Sandoval, la educación e investigación científica inciden en el desarrollo de un país, motivo por el cual el saber debe compartirse, insiste el recién galardonado con el Premio Nacional de Química “Andrés Manuel del Río”, edición 2018, en el área de investigación, que otorga anualmente la Sociedad Química de México.

           “Uno no debe quedarse con el conocimiento, sino hacer llegar este a los estudiantes y motivarlos por la investigación científica”, considera el también integrante de la Academia Mexicana de Química Orgánica, quien ha incidido en la formación de recursos humanos en licenciatura, maestría y doctorado, quienes, en su mayoría,  hoy labora en universidades y centros científicos.

          “Los conocimientos universitarios tienen mucha incidencia en el desarrollo de todos los países, por eso es importante poner énfasis en formar más estudiantes de pre y posgrado en una universidad pública”, señala.

          Convencido del aporte de la investigación científica, el investigador de la BUAP considera que el Estado tiene la obligación de brindar educación a los ciudadanos, no solamente a nivel de primaria y secundaria, sino también preparatoria y universidad. “Una mejor educación va implícitamente relacionada con la investigación y esta con el aporte científico para nuevas tecnologías y desarrollos industriales. Todo es una cadena que debe engranar muy bien en México”.

El aprendiz de un Premio Nobel

Coahuila es tu tierra natal, allí vivió la mayor parte de su infancia -hasta los ocho años-, pero por el trabajo de su padre, quien era médico, tuvo constantes mudanzas. En Guerrero radicó ocho años, en Cuba dos años, en el entonces Distrito Federal ocho años y en Puebla desde hace 32 años.

          Era un joven inquieto y observador de su entorno, en el que materiales como el vidrio y el acero comenzaron a ser sustituidos por polímeros. ¿Y qué es un polímero? Una vez investigado este término -que refiere a sustancias de muy alta masa molecular, formada por la repetición de numerosos fragmentos- y convencido del alcance futuro de estos materiales, Jesús Sandoval decidió especializarse en la química del petróleo e ingresó a la Escuela Superior de Ingeniería Química e Industrias Extractivas, del Instituto Politécnico Nacional (IPN).

         Ya en la carrera, su rumbo profesional dio un giro inesperado. Se interesó en el área de Química Orgánica y optó por cursar la Maestría en Ciencias, en Química Orgánica, en el Departamento de Química del Cinvestav-IPN, donde confirmó su gusto por esta especialidad. En sus planes vislumbró la posibilidad de preparar su tesis de doctorado con Sir Derek Harold Richard Barton, Premio Nobel de Química 1969, quien en ese momento era director del Instituto de Química de Sustancias Naturales del Centro Nacional de la Investigación Científica (ICSN-CNRS, por sus siglas en francés).

          “Al finalizar el primer año de la maestría empecé a realizar mis trámites y afortunadamente el profesor Barton me contestó positivamente y en corto plazo. Así que al finalizar la maestría, de inmediato salí para Francia”, relata el investigador de la FCQ.

          Se matriculó con el grado de Doctorat d’État, por la Universidad de Paris XI, posgrado que cursó en menos de 4 años, a partir de octubre de 1980. Lydia Rodríguez Hahn (española de nacimiento, nacionalizada mexicana) y Jesús Sandoval Ramírez fueron los únicos mexicanos que tuvieron el privilegio de ser dirigidos por el doctor Barton.

          Las exigencias fueron muchas, como jornadas de 12 a 16 horas diarias. “Iniciaba mi trabajo en el laboratorio hacia las 8:30 de la mañana, después de pasar a dejar a mis hijas a la escuela primaria, pero salía hacia las dos o tres de la mañana del día siguiente. Ese fue un ritmo de trabajo que me ayudó a tener disciplina”, recuerda.

          Posteriormente, realizó una estancia posdoctoral en la Universidad Simon Fraser, en Canadá; al finalizar regresó a México. Su cometido era incorporarse a una universidad pública para contribuir al fortalecimiento de este tipo de instituciones.

          Ingresó a la BUAP en 1985. En ese año, su carta de presentación fue un proyecto para transformar ergosterol en nuevos compuestos de interés agrícola, puesto que su tesis doctoral versó sobre reacciones selectivas en ese compuesto que pertenece a la familia de esteroides.

          Desde entonces, el doctor Jesús Sandoval imparte clases de licenciatura y posgrado; asesora a los futuros científicos mexicanos, que año con año ingresan a su laboratorio; escribe artículos y desarrolla proyectos de investigación. También participa como jurado para diversas revistas científicas de circulación internacional, en comisiones evaluadoras de Conacyt y de universidades nacionales y extranjeras.