Uno de los estudiosos más especializados de la obra de Martin Heidegger
Autor de más de 100 conferencias y ponencias tanto a nivel nacional como internacional, en países como Chile, España, Colombia, Venezuela e Italia, Ángel Xolocotzi Yáñez, nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), se ha posicionado como uno de los estudiosos más especializado de Martin Heidegger.
Con una estancia posdoctoral en Friburgo bajo la tutela del último asistente personal de Heidegger, se ha desempeñado desde 2008 como profesor-investigador de la Facultad de Filosofía y Letras. En 2013 fue reconocido con el Premio Estatal de Ciencia y Tecnología y desde ese año es investigador asociado del Centro de Estudios Heideggerianos de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Sus principales líneas de investigación se enfocan en Martin Heidegger y la fenomenología. Ha realizado trabajos filosóficos y biográficos del autor alemán, y traducido tres de sus obras al español.
Según estudios de adquisición de la lengua, hay mayor facilidad para aprender un segundo idioma entre más joven se sea. A pesar de ello, muchos comienzan el estudio de una lengua a finales de la adolescencia y entrada ya la etapa adulta. Este es el caso de Ángel Xolocotzi Yáñez, quien inició clases de alemán cuando ingresó a la Licenciatura en Filosofía, en la UNAM. Durante sus primeras lecciones no imaginaba que llegaría a perfeccionar sus habilidades al grado de escribir una tesis doctoral de más de 300 páginas en dicha lengua germánica.
Oriundo de la Ciudad de México, el académico nivel III del SNI se interesó por la filosofía tras una estrecha relación con el ámbito religioso y de la trascendencia en su juventud: “¿Qué ocurre cuando hay una duda en torno a eso o se pone entre paréntesis ese ámbito de lo trascendente? Pues queda un hueco, un hueco enorme: me parece que la filosofía es la única que puede llenarlo”.
Tras obtener su grado y una mención honorífica en 1996 con la tesis Bases existenciales del psicoanálisis, el interés que nació en él por la obra de Martin Heidegger durante un intercambio cultural a Alemania se incrementó. “Cuando me enfrenté a la cantidad de escritos suyos que había en alemán -como ocurre con otros autores, cuyas obras completas son de 100 volúmenes para arriba-, me interesé más por su pensar y me quedé ahí atrapado”, relata en una de las salas de la Facultad de Filosofía y Letras, unidad académica a la cual se encuentra adscrito desde 2008 y que actualmente dirige.
Una tesis de más de mil 500 días
Gracias a una beca del Katholischer Akademischer Ausländer-Dienst, el actual coordinador del Cuerpo Académico Consolidado Fenomenología, Hermenéutica y Ontología realizó el Doctorado en Filosofía en la Albert-Ludwigs-Universität, en Friburgo, Alemania. Bajo la tutela de Friedrich-Wilhelm von Herrmann, último asistente personal de Heidegger, emprendió un proyecto de posgrado que no solo cambiaría el rumbo de su trayectoria académica, sino que sería un punto de inflexión en su vida.
“Fue un periodo difícil, complicado. Hubo momentos en los que no sabía si iba a concluir ese proyecto. Tuve que proponerme trabajar seis días a la semana y durante casi cinco años lo hice desde la mañana hasta la noche, porque además tenía que tomar unas materias. Todas eran en alemán, tenía que entregar trabajos en alemán y a la vez hacer la tesis. Fue un esfuerzo realmente grande, pero al final valió la pena. Otras cosas se ven más sencillas comparado con eso”.
Con ese ritmo de trabajo, después de alrededor de mil 560 días, Xolocotzi presentó la investigación El trato como “acceso”. El “acceso” hermenéutico fenomenológico a la vida fáctica en las primeras lecciones de Martin Heidegger en Friburgo con respecto a su diferenciación de la Fenomenología trascendental de Edmund Husserl. Dicha tesis le valió, en 2001, la mención summa cum laude, distinción poco usual para extranjeros.
Años más tarde, le fue otorgada la beca Alexander von Humbolt para realizar una estancia posdoctoral en Alemania, del 2006 al 2008. En aquella ocasión desarrolló el proyecto Fundamento y esencia. La posibilidad de un camino unitario en la fenomenología hermenéutica de Martin Heidegger, también bajo la tutela de von Herrmann.
La fenomenología: un parteaguas en la tradición filosófica
“Si nos preguntamos sobre las cosas de la cotidianidad, sobre lo que encontramos día a día, ¿qué es lo que hay? ¿qué es lo que descubrimos en el estar sentados en esta mesa realizando una entrevista y tomando café?
En el fondo, el término ‘cosa’ no nos dice realmente lo que estamos enfrentando porque lo que yo descubro no es una cosa neutral, sino es un útil. Por ejemplo, este vaso de café en el que estoy tomando, esta mesa en la que nos estamos apoyando, esta silla en la que estamos sentados, el piso en el que caminamos, la puerta que abrimos… ¿cómo descubro la puerta o la silla? Precisamente, al comprenderlas en un determinado contexto y en la cadena de relaciones en la que se encuentran”, detalla el coordinador de la Maestría en Filosofía de la BUAP al ahondar sobre su línea de investigación principal.
La fenomenología está enfocada en comprender los modos del ‘aparecer’, ya que son estos los que distinguen al ser humano de los útiles, los animales o las plantas. “Esto toma como punto de partida las descripciones. No se parte de una serie de ideas o de concepciones, sino del modo en el que vivimos, de las descripciones en torno a cómo vivimos, a cómo somos, etc. Eso proporciona elementos nuevos o que habían sido dejados de lado en la filosofía”, señala.
Esta perspectiva del trabajo filosófico, nacida a inicios del siglo XX en Alemania con Edmond Husserl y su grupo de discípulos -entre ellos, Heidegger-, se ha convertido en una de las líneas de trabajo más diversas de la filosofía al generar aportes a las artes y las humanidades en general. “No se trata solo de decir ahora que las cosas son con otro contenido, sino que ahora, radicalmente, el modo de aparecer es lo que puede ser pensado, el fenómeno como tal”.
Ángel Xolocotzi Yáñez, autor de nueve libros y coordinador de 11, ha enfocado su trabajo en los aspectos filosóficos y biográficos de Heidegger. De igual manera, ha traducido al español tres obras del pensador alemán y una de Husserl. Actualmente trabaja en una cuarta traducción, un volumen de conferencias que será publicado en el Fondo de Cultura Económica.
La filosofía: entre la reflexión y la multiplicidad
La trayectoria docente del ganador del Premio Estatal de Ciencia y Tecnología (Puebla) 2013 comienza a sus 19 años, al impartir clases de español, gramática e inglés. Más tarde, a través de su paso por bachilleratos e instituciones de educación superior, como la Universidad Iberoamericana, la UNAM, la Universidad Autónoma de Querétaro, la Universidad de las Américas y la BUAP, descubrió en la enseñanza una de las satisfacciones que conserva 30 años después.
Dar clases en nivel medio superior antes de iniciar el doctorado le resultó “reconfortante porque, cuando los alumnos tenían dudas, cuando se les movía el tapete, decían que las preguntas o las tematizaciones filosóficas los estaban llevando a cuestionarse aspectos que daban por hecho. Eso es un logro fundamental de la filosofía: lograr tematizar el estar en el mundo cuestionando presupuestos y prejuicios, el así-se-hace y el así-debe-ser”.
Por otra parte, las nuevas tecnologías, a la par de brindar facilidades para el proceso de enseñanza-aprendizaje, han impuesto nuevos retos para la filosofía y las humanidades en general: “la forma cotidiana de vivir a partir de los productos técnicos es vivir en la multiplicidad, pasar de una cosa a otra, evitar el aburrimiento, la soledad, el silencio”, detalla.
Otro de los desafíos actuales de esta área del conocimiento es la rigidez de una única idea de ‘ciencia’, así como sus formas de trabajo y documentación. “Algunos investigadores de humanidades han insistido en esto: es necesario diferenciar el trabajo que se hace en ciencias exactas y los modos en los que se presenta la investigación, por una parte, y el modo de trabajo de las humanidades, por otro”. Ante esta situación, se requiere frenar la estandarización de metodologías, productos y formas de presentar resultados, ya que la investigación en humanidades “es más bien un trabajo solitario, de despliegue, de desarrollo, extenso, y por lo tanto también lleva tiempo”.
“No entendería mi estar en el mundo sin la pasión por la investigación”
Frente al clima de violencia que vive México, Xolocotzi asevera que la investigación tiene el potencial de proponer vías para transformar el país. “Quienes estamos en el ámbito de la investigación y en la academia confiamos en eso de una u otra manera: en que la universidad tiene un papel central y la investigación puede contribuir a abrir vías de solución”.
Para ello, es preciso tener en claro nuestro estar en el mundo como seres humanos, “algo que dejamos de lado por las premuras, por una serie de cuestiones que nos distraen […] Eso sería lo ideal: estar conscientes de nuestro estar en el mundo y de manera especial de la situación que se vive en nuestro país. La violencia, la inseguridad, la pobreza y desigualdad… todo eso no es normal y debemos darnos cuenta de ello. Yo creo que ahí es donde el conocimiento, la investigación y la universidad desempeñan un papel fundamental”.
En este sentido, considera que la universidad pública es “de los pocos lugares que nos quedan para lograr las transformaciones que requiere la sociedad, porque busca ese compromiso con el conocimiento, la investigación y el ámbito académico”. De forma específica, valora el rol que juegan las humanidades en dicha institución: “me parece que es fundamental la defensa de las humanidades y, por lo tanto, también la defensa del espacio que ocupan en la universidad. Una universidad, en sentido estricto, debe tener humanidades”.
A pesar de que afirma tener pasatiempos en los pocos ratos de ocio con los que cuenta, escuchar música, hacer ejercicio y leer novelas, Ángel Xolocotzi confiesa que la filosofía le ha acarreado inquietudes que son motor de su investigación:
“La filosofía no es alejarnos de la realidad, un escape o, como se piensa, estar en la luna, sino que más bien a veces se requiere de esa distancia teórica para entender la cercanía con el mundo. Eso ha marcado de alguna manera mi trabajo, mis inquietudes. Yo no entendería mi estar en el mundo sin esa pasión por la investigación o esas preguntas filosóficas que, me parece, son determinantes”.